El engaño ambiental de retirar un sello verde a los eucaliptos
Por Xusto de Andrade
Llegaba a casa tras podar unos castaños “del país” * cuando me informa un pajarito sobre este artículo [1] publicado en el recién nacido magazine online Soitu.es [2].
Una lectura interesante para ser un medio de difusión generalista. Al menos ambientóloga colaboradora y redacción han tenido la coherencia de no emplear abiertamente los tan manidos argumentos de "especie exótica y por tanto maligna", o especie "degradadora y por tanto pérfida" que no aguantan un examen racional. Eso ya los diferencia de algunos pseudo-eco-forestalistas que nunca han pisado un monte y que todavía se escudan en tales mantras. Uno de tantos otros ejemplos de demagogia empleados regularmente para manipular a la opinión pública, mayoritariamente urbanita, sobre temas sensibles de los que no tiene conocimiento directo excepto como consumidora de bienes y servicios. Será porque el turismo rural que incluye mancharse de barro visitando bajo la lluvia cultivos de árboles in situ no se sabe vender bien.
Al grano. Más importante que quién se apunte qué tantos en este asunto del sí o no a la renovación de la certificación de gestión forestal sostenible a Norte Forestal SA por parte de FSC-España es tener una buena perspectiva de la situación de fondo. Permite a cualquiera opinar con mayor conocimiento de causa. Así que allá vamos, en seis tijeretazos.
* Castanea sativa, especie de frondosa caducifolia exótica que ha ocupado el nicho ecológico de otras nativas de los bosques atlánticos y mediterráneos europeos, naturalizándose e invadiendo hábitat tras ser introducida por el hombre desde Asia Menor hace un par de milenios.
El ambientalismo también es negocio
El sello verde del Forest Stwewardship Council (FSC) fue promovido en su momento por el movimiento ambientalista como marca arbitraria certificadora de calidad para los productos madereros y no madereros obtenidos mediante buenas prácticas forestales [3], pero algo que conviene no olvidar es que ecologismo y ecología no son sinónimos. La segunda es toda una ciencia. El primero es tan variopinto que no se sabe muy bien qué es realmente. A través del activismo ambiental se ha estructurado una línea de negocio de la que forman parte empresas auditoras independientes autorizadas por dicho movimiento y que han certificado, entre otras cosas, una buena parte de los millones de hectáreas de plantaciones industriales de eucalipto existentes en el mundo, además de otros tipos de árboles, muchos de ellos en plantaciones industriales y por tanto en regímenes de cultivo intensivo. Que son los que ofrecen retornos rápidos del capital inmovilizado en madera y permiten más fácilmente el desarrollo industrial del sector forestal y la generación de valor añadido.
De hecho este negocio ambiental parece sostenerse porque en muchos casos la relación coste/beneficio del proceso de certificación solamente puede ser asumida fácilmente por grandes corporaciones o por organizaciones gubernamentales, certifiquemos madera o certifiquemos tornillos. Ambos tipos de cliente manejan importantes volúmenes de capital obtenido gracias a la gestión forestal. Y el flujo de caja que se llega a trasvasar de corporaciones e industrias forestales o entes gubernamentales a terceros por estos conceptos de certificación puede alcanzar cifras jugosas, aunque el interés fundamental sea el de una compleja inversión en marketing. Que, como toda inversión, se espera rinda dividendos. Si no, el capital se mueve a donde sí se rinden.
No sería sorprendente que con el tiempo se pudiese leer que parte de ese flujo de caja termina tras varios subterfugios como donaciones a algunas organizaciones no gubernamentales. Ni que se pudiese leer que esa pasta puede ser suficiente como para que surjan "conflictos internos" por el reparto del pastel. A algunos les recordaría a los "reinos de taifas". Otros, más demagogos, lo tildarían de "querellas internas por el reparto del impuesto revolucionario”. Igual de jugosos podrían ser los resultados si algunas de esas organizaciones no gubernamentales presentes en el variopinto movimiento ambientalista fuesen auditadas externamente o sus actividades revisadas con lupa.
Afortunadamente, hay una diferencia muy grande entre el movimiento ambientalista que juega limpio para promover un mayor control sobre el impacto de las actividades industriales en el medio físico o social, y el que se salta las reglas del juego por interés, ignorancia o radicalismo ideológico. Aunque algunos lo hacen para que el movimiento y el negocio evolucionen. Hacia dónde, incógnita.
Difama, que algo queda
El Grupo ENCE, como muchas otras empresas y entes gubernamentales con competencias forestales, ha estado en el punto de mira de varias campañas ambientalistas independientes pero paralelas al esfuerzo certificador tanto en Sudamérica como en España desde hace al menos diez años. En un pasado no muy lejano los esfuerzos se centraban en difamar al árbol, y ahora hemos evolucionado hacia la difamación del gestor del árbol. Eso es progreso.
En las últimas semanas se ha podido leer en prensa varia [4], [5] que tras superar nuevamente de forma exitosa las pertinentes evaluaciones de impacto ambiental el Grupo acaba de recibir autorización de las autoridades uruguayas para dar comienzo a la edificación del nuevo complejo fabril pastero en el estuario del Río de la Plata. Esto después de asumir el coste de oportunidad al optar por relocalizarse hace un par de años [6], algo que se pudo considerar factible porque todavía no se habían inmovilizado niveles críticos de capital construyendo instalaciones industriales por valor de miles de millones de las antiguas pesetas. Mientras tanto, otras transnacionales que comenzaron inversiones semejantes al mismo tiempo han construido aguas arriba en Fray Bentos y han logrado varios años de ventaja competitiva. Un “tanto que se apunta la industria”, dirían algunos.
Tras cada avance del Grupo en aquel lado del Atlántico, la aparición casi inmediata de literatura “fresca” de corte ambientalista [7], [8], [9] sugiere que se busca reforzar la presión a este lado del charco empleando como peones a organizaciones no gubernamentales de pequeño calado [10], [11] que en este tipo de juegos de carambola a varias bandas suelen ser manipuladas sin saberlo pese a tener sus propios objetivos locales dignos y muchas veces moralmente aceptables.
Forestalmente, el tamaño sí importa
Algunas de las empresas gigantes del sector de pasta celulósica y papel en esos mundos "ahí afuera" alcanzan unas 150 veces el tamaño del Grupo ENCE en capital social, y se sostienen en una capacidad de transformación industrial, recursos humanos e inversiones en plantaciones y en letrados capaces de dejar a alguna ONG temeraria "en ropa interior" si se lo propusiesen. También se benefician de la cadena de valor añadido basada en plantaciones de eucalipto no certificadas, certificadas por FSC y certificadas por otros esquemas de certificación alternativos a FSC, que hay varios.
Es una situación que comparten la mayoría de las 50 primeras empresas de este sector globalizado, que se han ido apuntando al carro de la pasta de fibra corta de eucalipto cultivado en cinco continentes a la par que portugueses, españoles y sobre todo brasileños iban demostrando que era un negocio rentable y atractivo a escala mundial. Esas 13,000 hectáreas “de Norte Forestal SA” son una cagada de mosca comparadas con los patrimonios forestales que algunas de estas 50 empresas gestionan por el mundo adelante. Muchos de ellos de creación más reciente y con certificación de gestión forestal sostenible renovable y renovada por FSC y otras certificadoras para prácticas de cultivo más intensivas que las que tenemos como promedio en el Norte de España.
Para hacerse una idea, hay países en el mundo con más de 8 millones de hectáreas de plantaciones de eucalipto, lo que supone unas 700 veces la extensión del patrimonio forestal gestionado por NorFor. Y raro es el país donde el cambio climático (financiero) permite el cultivo industrial de estos árboles que no los esté cultivando a mayor o menor escala. Por ejemplo, China [12].
Beneficio ambiental nulo, victoria pírrica
El sello verde no afecta únicamente a las 13,000 hectáreas de cultivos forestales gestionadas directamente por NorFor, muchas de las cuales son en realidad propiedad de paisanos gallegos y asturianos que le ceden voluntariamente el uso del suelo y la gestión del vuelo a cambio de un estipendio. El sello FSC repercute en la totalidad de la cadena de custodia, desde el monte productor pasando por la fábrica transformadora hasta el pack de pulpa de celulosa que sale de puertos españoles hacia clientes fundamentalmente europeos. Y en realidad no termina ahí, continúa, por ejemplo, hasta la industria editorial que emplea papel manufacturado con dicha pulpa.
Las fábricas de celulosa que transforman madera de eucalipto producida en cultivos gestionados por NorFor transforman también madera procedente de muchas otras hectáreas de eucaliptal de propiedad particular y gestionadas por sus respectivos dueños, madera que genera ingresos -cuántos, si son justos y de qué dependen es otro debate- para unos cientos de miles de pequeños inversores gallegos y asturianos de forma directa, y para otros cientos de miles de gallegos y asturianos de forma indirecta en los sectores auxiliares de explotación forestal, transporte y logística. Sin olvidar a otras líneas industriales diferentes a la celulósica que trabajan con este tipo de madera, ni a los trabajadores y las familias de todos estos y los anteriores, que, literalmente, comen de la madera de eucalipto. Muita xente obrera, que dirían algunos. Los que saben que “co de comer non se joga”.
Una hipotética retirada del sello FSC en España a NorFor, "un tanto a apuntarse" que seguro les gustaría a algunos descerebrados, podría además llegar a suponer que parte del mercado europeo viese apetecible cambiar su sourcing de pulpa celulósica certificada de eucalipto a otros productores globales, no impidiendo sino fomentando el desarrollo industrial basado en el cultivo de estos árboles en otros lugares. Por tanto, beneficio global ambiental igual a cero, mayor o igual número de eucaliptos cultivados en régimen intensivo, pero trasvase de beneficio industrial de una región a otra.
Para el Grupo transnacional ENCE una situación tal podría llegar a ser un inconveniente menor a corto plazo, pero solucionable porque entre sus activos propios y dependientes, presentes y futuros, se incluyen un buen número de hectáreas certificadas en otros lugares, infraestructura portuaria, complejos fabriles pastero-celulósicos, flotas de transporte… También hay otros mercados. Y no olvidemos que hay otros sistemas de certificación de la gestión forestal sostenible con prestigio internacional además de FSC que gestionan más hectáreas en más países [13]. Todos siguen el mismo esquema de evaluación independiente por auditores externos y hay plantaciones forestales en España y fuera de España que han sido y son certificadas por estos esquemas. Es el juego del gato y el ratón, eso sí, pintados de verde.
Millones en capital-riesgo… a cuenta de los más pequeños
Aquellos para los que una hipotética retirada del sello FSC a NorFor podría llegar a ser un problema muy grave son los cientos de miles de pequeños inversores gallegos y asturianos, demasiado diminutos, demasiado ignorantes y demasiado poco interesados en invertir en silvicultura, que se quedan sin un mercado seguro porque su madera no está certificada por ningún esquema. Y junto con ellos, para esos cientos de miles de gallegos y asturianos que dependen indirectamente de este sub-sector como actividad económica principal o complementaria y que podrían ver reducida su carga de trabajo y capacidad adquisitiva.
A eso se le puede llamar con facilidad impacto social negativo, y sería un ejemplo irónico de resultado para una campaña ambientalista, aunque es dudoso que a organizaciones con buen cartel como FSC le gustase verla asociada a sus siglas ni en un caso hipotético como el que se describe.
Porque la alternativa a la exportación de pasta de celulosa en estos días y estas latitudes es la exportación de troncos ("madera en rolla"). No es una mala alternativa si lo que busca es intentar "descongestionar el mercado" y alcanzar un cierto control sobre los precios de la materia prima en origen, valor que conviene recordar depende de muchos otros factores distintos a, y con mayor peso que, las prácticas veladas de oligopolio que la vox populi afirma que NorFor y otros compradores clave practican.
Pero la alternativa con buena pinta ni resuelve los problemas estructurales del minifundio forestal del Norte ni es tan buena si se convierte en única, porque tiende a favorecer una creciente descapitalización de la cadena monte-industria: pasamos de casi poder cerrar parcialmente el ciclo productivo (fabricar algo de papel aquí y dejar un poco de valor añadido de segunda transformación en casa, situación que no se logró porque un lobby lanzó la campaña "sáqueme esa fábrica de la Ría de Pontevedra, que los terrenos valen mucha pasta, de la verde") a una involución hacia un sector propio de un país subdesarrollado (extracción y exportación de la materia prima no ya fuera de Asturias o de Galicia, si no fuera de España, con la consiguiente fuga de capital). Por no decir que aunque nos decidiésemos por el tercermundismo, esta alternativa tiene límites, tanto en lo logístico como en el tamaño de los mercados receptores.
A una tal hipotética situación se la podría definir como de impacto económico negativo, y sería un ejemplo irónico de resultado para una campaña ambientalista, aunque es muy dudoso que a organizaciones con buen cartel como FSC le agradase verla asociada a sus siglas. No en vano, están sujetas a las leyes del mercado como todos los demás. Y un esquema de certificación de la gestión forestal sostenible que no se mancha de barro mientras causa impactos sociales y económicos negativos a cambio de beneficios ambientales nulos no se puede vender bien.
A todos nos gusta el verde
Todo este discurso sin tocar hasta el momento ninguno de los puntos de debate "tangibles", que se concentran en la “grandísima novedad” [14] de la existencia de desajustes corregibles por parte del titular de una acreditación de prácticas sostenibles en el cumplimiento total de los criterios e indicadores periódicamente auditados para la renovación del sello certificador, sea FSC o cualquier otro.
Tan grandísima novedad que este caso puede suceder mientras usted lee en muchas otras partes del mundo [15] donde las actividades de organizaciones no gubernamentales serias que emplean el lenguaje correcto y las herramientas pactadas se combinan con las de organizaciones no gubernamentales de corte ambientalista radical con poco respeto por las reglas del juego, independientemente del árbol cultivado y la empresa a renovar su sello verde: si no cumples, paga; si casi cumples, paga; si cumples, buscaremos el modo de que no cumplas para que pagues; si te auditan y no nos gusta el resultado, os reauditamos de nuevo a vosotros y auditamos al auditor hasta que pagues. Y si no nos gusta todavía…
¿Alguien los auditará a ellos alguna vez por incumplir los criterios e indicadores mínimos para renovarle la certificación a FSC como herramienta creíble de gestión ambiental? No es de extrañar que la competencia directa de FSC en este negocio ambiental vaya viento en popa, a toda vela [16]. Un “tanto que se apunta la industria”, dirían algunos.
Lo que parece claro, si se sabe leer entre líneas, es que a pesar del barniz verde que muchos se dan, unos creyéndoselo y otros haciendo que se lo creen, detrás de la mayoría de asuntos relacionados con el “medioambiente”, el único color que realmente les interesa a muchos de los actores implicados en el “engaño verde” es el de los billetes.
Billetes de papel-moneda que, por cierto, se fabrican, entre otras cosas, con papel. Papel que se hace, entre otras cosas y para muchas cosas, con pulpa de celulosa. Celulosa que se obtiene, entre otras cosas, de madera. Madera que, en ocasiones, es de eucalipto.
Y, San Justo nos proteja, por suerte o por desgracia, no se hacen celulosa y papel usando madera de castaño o de roble como materia prima. Por suerte, porque si no algunos emplearían altas dosis de demagogia para hacer campaña contra "tal vil especie foránea e invasora de espinosos frutos" como la primera y una parte ignorante de la opinión pública tragaría. Por desgracia, porque la segunda no es un cultivo forestal rentable ni una alternativa de inversión atractiva para la inmensa mayoría de los propietarios de terrenos forestales de la España Atlántica. No duden que, si fuese rentable, habría ya una carballeira gigante en cultivo intensivo desde Hendaya a Oporto. Pero no la hay. Lo cual no nos impide a mí o a ninguno de ustedes plantar estos árboles o los que les pete donde les corresponda, porque todos son hermosos, y necesarios. Quizá nuestros bisnietos puedan seguir cortándolos y replantándolos siguiendo criterios de gestión forestal sostenible si no nos cargamos antes el sector foresto-industrial que sustenta dicha gestión. Que no les engañen: sin sustentabilidad económica en la base no la puede haber ambiental en el tejado.
Xosé Xusto Andrade es silvicultor y economistólogo.
Trabaja medio ferrado de monte en la España Verde y sabe leer y escribir.
Enlaces
[1] Sánchez, Vanessa. El engaño de los eucaliptos con sello ambiental. Soitu.es 13 Enero 2008
[2] Micromedios Digitales. Soitu.es. No Mass Media.
[3] Forest Stewardship Council (FSC). Because forests matter.
[4] Ecomercosur.com ENCE inicia obras en Colonia a mediados de enero 3 Enero 2008
[5] La Voz de Galicia.es ENCE logra la autorización ambiental para su nueva planta en Uruguay 15 Enero 2008
[6] Pellegrino, Guillermo. Eligieron otro lugar para ENCE: se va a instalar entre Colonia y Carmelo. Clarin.com 8 Diciembre 2006
[7] Verdegaia.org. Plante das organizacións ecoloxistas a NORFOR (ENCE) 22 Junio 2007
[8] Andrade, Benito. Reclamación formal a la Auditoría del ASI a SGS Qualifor en 2007. Asociación pola Defensa da Ría. Pontevedra. 8 Enero 2008
[9] Nickarz, David. Galicia, Spain: formal complaint submitted against NORFOR and ASI. FSC-Watch.org. PDF 13 Enero 2008
[10] Asociación pola Defensa da Ría. Pontevedra. Norfor: a peor xestión forestal con certificación FSC.
[11] Verdegaia.org Verdegaia súmase a FSC España. 2 Junio 2007
[12] Pulpmillwatch.org . Pulp projects by country. New pulp mills, planned and under construction. Elaboración sobre datos de RISI, The leading information provider for the global forest products industry
[13] Programme for the Endorsement of Forest Certification (PEFC)
[14] Accreditation Systems International Gmbh (ASI). Public summaries: Forest Management Audit to Norte Forestal (NORFOR), Spain (SGS-FM-COC-1880). PDF 17 Octubre 2007
[15] Accreditation Systems International Gmbh (ASI). Public summaries.
[16] PEFC-España La Certificación Forestal PEFC acredita una gestión forestal sostenible en más de un millón de hectáreas. PDF. 28 Octubre 2007
Disclaimer: The views and opinions expressed in the transcription above are not necessarily those of EUCALYPTOLOGICS and we decline any responsibility on their potential effects for third parties.
GIT's Eucalyptology Topics Subscribe to receive EUCALYPTOLOGICS via RSS
© 2007 Gustavo Iglesias Trabado. Please contact us if you want to use all or part of this text and photography elsewhere. We like to share, but we do not like rudeness.